La Importancia de Reconocer Nuestras Emociones
Reconocer nuestras emociones no es solo un acto de introspección, sino una herramienta poderosa para transformar nuestra vida y aprendizaje. Desde la neuroeducación, autores como Mary Helen Immordino-Yang (2015) destacan que las emociones son el combustible del cerebro: no solo influyen en cómo sentimos, sino en cómo pensamos, recordamos y tomamos decisiones. Ella argumenta que las experiencias emocionales activan redes neuronales que integran la cognición y la afectividad, haciendo del reconocimiento emocional un pilar para el desarrollo personal y académico. Por su parte, David A. Sousa (2016) enfatiza que el cerebro aprende mejor cuando las emociones están equilibradas; el estrés o la desconexión emocional pueden bloquear la memoria y la atención, mientras que emociones positivas como la curiosidad o la satisfacción potencian la plasticidad cerebral.
En este sentido, ganar a favor estrategias para gestionar nuestras emociones nos permite no solo sobrevivir a los desafíos diarios, sino prosperar en ellos. Antonio Damasio (1994), pionero en conectar emociones y neurociencia, sostiene que ignorar lo que sentimos es como apagar un sistema de guía interno: las emociones nos alertan, nos motivan y nos ayudan a priorizar. Incorporar prácticas como la respiración consciente, la reflexión activa o el movimiento físico —avaladas por la neuroeducación— puede reconfigurar nuestra respuesta emocional, fortaleciendo la corteza prefrontal y reduciendo la reactividad de la amígdala. Así, al reconocer y canalizar nuestras emociones, no solo cuidamos nuestra salud mental, sino que optimizamos nuestro potencial de aprendizaje y crecimiento.
El BDNF significa "Brain-Derived Neurotrophic Factor" (en español, "Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro"). Es una proteína clave en el cerebro que pertenece a la familia de los factores de crecimiento nervioso. Su función principal es promover el crecimiento, la supervivencia y la diferenciación de las neuronas, así como fortalecer las conexiones entre ellas (sinapsis). En términos simples, el BDNF actúa como una especie de "fertilizante" para el cerebro, ayudando a que sea más adaptable y eficiente. ¿Por qué se menciona en el tip? El tip dice: "¡Muévete! Un paseo libera BDNF, el 'fertilizante' que hace tu cerebro una esponja para aprender", y esto está respaldado por la neurociencia. Cuando haces ejercicio físico, como caminar, tu cuerpo libera más BDNF, especialmente en el hipocampo, una región del cerebro crucial para la memoria y el aprendizaje. Este aumento mejora la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del cerebro para cambiar, adaptarse y absorber nueva información, como si fuera una "esponja" que se vuelve más receptiva. Investigaciones, como las de John J. Ratey (autor de Spark: The Revolutionary New Science of Exercise and the Brain, 2008), muestran que el ejercicio aeróbico incrementa los niveles de BDNF, lo que mejora la concentración, la memoria y el estado de ánimo. Estudios también indican que el BDNF estimula la neurogénesis (la creación de nuevas neuronas), algo que se pensaba imposible en adultos hasta hace unas décadas.
Escuela de las Emociones
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- Damasio, A. R. (1994). Descartes' error: Emotion, reason, and the human brain. Putnam.
- Immordino-Yang, M. H. (2015). Emotions, learning, and the brain: Exploring the educational implications of affective neuroscience. W.W. Norton & Company.
- Sousa, D. A. (2016). How the brain learns (5th ed.). Corwin Press.
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